Manuel Bengolea

El mensaje del Banco Central

Por: Manuel Bengolea | Publicado: Viernes 7 de agosto de 2015 a las 04:00 hrs.
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Las declaraciones del presidente del Banco Central causaron revuelo. A ciertos políticos de la Nueva Mayoría no les gustó que opinara, aunque sutilmente, que el desplome de expectativas era causado parcialmente por las políticas reformistas del Gobierno. ¿Por qué cuando el Banco Central habla, el mercado escucha? Primero porque goza de un prestigio significativo, avalado por su historia en más de treinta años y, segundo, porque ha demostrado en los hechos que su independencia del poder político es real, y al igual que el resto de los bancos centrales del mundo que gozan de reputación, su proceder es en el mejor interés del país, y la evidencia empírica indica que ahí donde la autoridad monetaria está capturada, los resultados son malos, como es el caso de Venezuela, Argentina y Brasil.

¿Sobrepasó entonces los límites de su influencia el presidente del Central al advertir que la política de reformas era lo que causaba parte de la desaceleración? Clara y categóricamente no. En su último Informe de Política Monetaria (IPoM a junio de 2015) el Central señalaba claramente que la desaceleración de la segunda mitad de 2014 se explicaba por un shock autónomo. No tomaba mucho tiempo, ni desgaste cerebral, intuir que el shock autónomo se refiere a las políticas de reformas del gobierno. Lo adicional de la última entrevista es que mencionó que para levantar las alicaídas expectativas de empresarios y consumidores, no sólo bastaba con consensuar las reformas a nivel político, sino que debían considerar los efectos en productividad y crecimiento, algo que por lo demás tanto el ministro de Hacienda como su subsecretario habían repetido insistentemente en diversas entrevistas en distintos medios.

El asunto de fondo no es que el Central, involuntariamente, haya criticado al gobierno como lo señalan algunos políticos tratando de desvirtuar su advertencia, como si denostar al mensajero mejorase los problemas de expectativas de la población. La contrariedad emerge, por una parte, porque a los políticos no les gusta que los sindiquen como los causantes de la desaceleración (las encuestas lo señalan prístinamente) y, por otra, porque persiste su sempiterna monomanía de culpar a otros de sus errores, como lo hacen al sostener que los empresarios están atrincherados, o amotinados, y son ellos los que infligen el bajón en crecimiento con el propósito de perjudicar al gobierno.

"Dejémonos de leseras", los políticos de la Nueva Mayoría tienen dos problemas complicados que no saben cómo resolver. El primero es cómo mantenerse en el poder más allá del término de este gobierno, para lo cual necesitan conciliar un relato, que dada la diversidad y disparidad ideológica de sus comensales, ni el más prestigioso comunicador podría plasmar. El segundo es cómo hacer que la población, esto es empresarios y consumidores, acepten que sus planes de igualdad son realizables y creíbles, sin modificar o perder lo que con tanto esfuerzo han ganado en los últimos treinta años.

El Banco Central, y no su presidente que es sólo un enviado de éste, ha dejado constancia pública que si las reformas que pretende llevar adelante este gobierno no incorporan elementos amigables con el crecimiento y la productividad, el desarrollo económico continuará deprimido, y que no hay forma que la baja de tasas o planes fiscales expansivos puedan cambiar dicha situación. Que los políticos no quieran escucharlo, lamentablemente, ya no es su problema, es el nuestro.

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